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Alejandro Galliano: “el software ampliado es la tecnología nodal del capitalismo 4.0”

  • cidem7
  • 19 ago
  • 7 Min. de lectura

El historiador le concedió una entrevista al CIDEM en la que analiza la etapa actual del capitalismo, sus procesos, tecnologías, el rol que juegan las empresas, el emprendedorismo y la situación de Argentina en el marco de este nuevo orden que está emergiendo.


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¿Qué hay detrás de lo que se conoce como capitalismo 4.0? El historiador, docente e investigador de la UBA Alejandro Galliano sostiene que el nuevo capitalismo aún está en formación, pero asegura que una buena manera de entenderlo es detenerse en las tecnologías y los modelos de empresas que lo acompañan, que es lo que se consolida más tempranamente en cualquier fase capitalista.


“Lo que vemos primero es una tecnología nodal, que en este caso es el software perfeccionado, ampliado. Hablar de Deep learning es como el árbol que tapa el bosque, evidentemente se va a aplicar mucho pero yo creo que no es el motor y que lo más importante son los efectos que vaya a tener sobre el software, esa máquina abstracta que ya está muy inmiscuida en los procesos productivos, sociales, educativos e institucionales”.


El Deep learning es una forma de inteligencia artificial basada en el entrenamiento de redes neuronales con múltiples capas, mientras que el software ampliado contiene al Deep learning y se centra en extensiones o funcionalidades adicionales que se agregan a un software ya existente para mejorarlo.


Según el autor de La Máquina Ingobernable,  hay que entender que todos los capitalismos están atravesados por una tecnología nodal y que eso no significa que esté presente en todos los ámbitos, sino que lo que hace es marcar el ritmo. “La máquina de vapor o el motor a explosión no se usaban para todo,  pero las tecnologías o las ramas previas o más antiguas de las economías tienen que ajustarse a la tecnología nodal”.

 

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Cómo funcionan las nuevas empresas y el tiempo del emprendedorismo


En el caso del capitalismo 4.0, el especialista comenta que lo que se ve claramente a nivel de las organizaciones es una reducción de su tamaño. “Hoy necesitás muy poco para salir con una empresa, hay muchas tecnologías de intermediación con las que podés eliminar activos. Lo que genera el software es eso, una dispersión del capital. Técnicamente, todos tenemos una máquina en el bolsillo, un celular es capital, te permite hacer dinero, invertir. Y esto tiene consecuencias, porque el crecimiento microeconómico ya no apalanca el crecimiento macroeconómico, la rueda keynesiana se rompió. Como el nivel de inversión para salir con una empresa es más bajo, contratás menos gente, tenés menos existencias físicas. De hecho, hay empresas que se piensan a partir de determinada función o uso que se le haga al Deep learning o la inteligencia artificial. Obviamente no todas van a ser así, pero vas a tener este tipo de empresas que te van a cambiar el empleo, las regulaciones, la recaudación fiscal y al mismo tiempo a los emprendedores les abre una puerta”, describe.


Después se trata de pensar qué ocurre con los procesos productivos, y ahí el historiador adopta un tono más escéptico. Para él, hay dos aspectos problemáticos.  El primero es la expulsión de empleo. "Un 30 % de los empleos realmente existentes pueden desaparecer, en algunos casos porque son reemplazados y en otros porque se extingue directamente la industria. Hay una cantidad de provisión de servicios que ya no es que reemplazas al trabajador, podés reemplazar al proveedor entero, y con eso tenés un impacto muy grande”, argumenta.


Además de los riesgos del desempleo, hay otro dato: cambiaron las formas en las que los trabajadores se vinculan con las empresas. “El trabajo asalariado está en retracción, aparecen nuevas modalidades laborales que son por contrato, por proyecto. Ahí también tenés otra clase trabajadora, otras instituciones, otras maneras de negociar esos ingresos que no son salarios en términos estrictos”, argumenta.


El otro problema es la concentración. “Así como hay tecnologías que dispersan, también hay tecnologías que concentran. En determinados desarrollos vos necesitás datos y los datos se valorizan a medida que se agregan. Quien tiene más datos va a ser más eficiente, hay un premio a la concentración y eso va a ir escalando. Si el más grande es el más eficiente, los más chicos no pueden competir y el más grande los absorbe y se hace cada vez más grande. Esta tendencia a la concentración va a afectar a las empresas, a los países, a la distribución de la riqueza a nivel global y es algo que habrá que regular”.    


Para ilustrar estos reacomodamientos, Galliano trae un caso local, el de Globant, una empresa que surgió luego de la crisis de 2001 y que rápidamente se convirtió en una de las referentes del desarrollo de software a bajo costo con un enfoque exportador. Como detalla, hoy Globant está reduciendo personal porque sus servicios se pueden sustituir por Deep learning o diferentes tipos de software ampliado, y eso implica una forma de reshoring, la práctica de trasladar operaciones de producción y servicios de vuelta al país de origen de una empresa.


"Esto no solo se ve en actividades industriales, como las automotrices norteamericanas que ya no necesitan los salarios bajísimos del Sudeste Asiático y vuelve todo el proceso a la casa matriz en Detroit, sino que pasa en procesos digitales. Tampoco necesito al programador pesificado de Buenos Aires si lo puedo reemplazar por software, que es algo que ya estamos viendo. Va a ser un problema de toda la digitalidad periférica y va a haber que establecer nuevas estrategias”, agrega.


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Por otro lado, el experto alude al lugar que en este entorno le cabe al emprendedorismo. “Si querés tener una economía capitalista tenés que tener emprendimientos. El emprendimiento es también movilidad social ascendente, dinamización de la economía, incorporación de nuevas ideas y soluciones, nuevos formatos, productos y procesos. Es una muy buena época para eso por lo barato del capital. Ahora, una economía completamente microempresarial es una economía subdesarrollada, el país que tiene más empresas emergentes es Burkina Faso y el que le sigue es Ecuador. Es muy bueno tener startups, pero que crezcan y que haya acumulación de la riqueza, eso es fundamental. Hay que pensar en cómo incentivar esos emprendimientos, fijarse qué necesidades tienen y los rubros en los que pueden destacar”.

 

Un diagnóstico sobre Argentina y la región


Poniendo el ojo en el presente de Argentina, Galliano se explaya sobre lo que, al menos en el plano de los discursos, pretende impulsar el gobierno actual. De acuerdo con él, esto se puede apreciar en las intervenciones de Demian Reidel, ex jefe de gabinete del consejo de asesores del presidente y promotor de un doble proyecto para integrar a la Argentina al capitalismo 4.0. La primera pata de ese proyecto es la provisión de energía a través de generadores nucleares modulares, y la segunda es abrir y convocar inversiones para el establecimiento de centros de datos.


“Me parece que la estrategia es acorde a lo que necesita el mundo, pero deja a Argentina en un lugar muy marginal. Los data centers no te van a permitir desarrollar ni conocimiento ni tecnología, y con el tema de la generación de energía tenés que ver qué acuerdo hacés con los proveedores de esa tecnología. Probablemente nos convirtamos en un enclave: véndannos las tecnologías con un paquete cerrado y nosotros las ejecutamos”, reflexiona.


El historiador se detiene en los centros de datos, que no están exentos de controversias. “La necesidad computacional de la humanidad crece sin parar, se necesita cada vez más software, a ese software se le piden cada vez más datos y eso demanda más soporte físico, que en gran medida son los centros de datos". Para su instalación, continúa el docente, hacen falta determinadas características geográficas y climáticas, provisión de agua dulce y baja sismicidad. "Generalmente se incrustan en laderas de cadenas montañosas. Hasta ahora era algo que hacían países como China y Estados Unidos en sus regiones con esa geografía y economías propias subdesarrolladas. Estos espacios de colonización interna ya no alcanzan y hay que ir a buscarlos al resto del mundo. América Latina, África y el Sudeste Asiático cumplen con estos requisitos. Pero ahí hay dos problemas, primero que esos espacios también se van a acabar, entonces hay una carrera tecnológica por almacenar los datos en espacios más chicos de donde surgen estos proyectos para meterlos en cadenas de ADN, algo que está por verse, y el otro tema es que las economías periféricas tienen que definir una estrategia para albergar estos emprendimientos, que pueden generar mucho daño ambiental. Todo depende del contrato que vos cierres, si se puede negociar que de esa capacidad computacional puedas quedarte con tanto para desarrollo local, o que se usen esos espacios cumpliendo determinados protocolos ambientales. Hace falta un planteo un poco más ambicioso que directamente abrir la tranquera”.


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De acuerdo con el investigador, nuestro país tiene que definir un perfil para integrarse al mundo, pensar dónde y de qué manera va a incorporar nuevas tecnologías y qué puede aportarle a la economía global en términos de recursos, en un contexto complejo donde prima la desglobalización. "Tenemos que pensar cómo se tienen que amoldar nuestras políticas y empresas para proveer eso. Hay que engancharse al mundo, que ya no está tan abierto, y se tiene que elegir si ir con los BRICS o confiar en la hegemonía norteamericana. Como el capitalismo es emergente, todos los países están viendo qué hacen”.


El profesor de la UBA también destaca el talento humano que hay en Argentina para sacar el mayor provecho de estas nuevas tecnologías. “Hay un riesgo porque son tecnologías pensadas desde las necesidades y los procesos de lo que podemos llamar el Norte Global, incluyendo a China. Sudamérica va a tener que adaptar estas tecnologías. Un ejemplo claro es Monsanto, que desarrolló semillas transgénicas para todo el mundo y Argentina fue el primer país que las legalizó. Fue también pionera con empresas como Don Mario y El Tejar, que se especializaron en generar el germoplasma para que ese evento transgénico global, impuesto, se adaptara a las condiciones de nuestro territorio. Estas empresas hicieron punta porque el resto de los países sudamericanos que necesitaban semillas transgénicas también necesitaban el germoplasma que desarrollaba Argentina. Tenemos que hacer el germoplasma del Deep learning y del software ampliado.  Van a aparecer empresas que se dediquen a adaptar estas tecnologías, y esto no solo es una excelente oportunidad de negocios sino también una necesidad social y política”, concluye.


  

  

 

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