B-PyMES en Villa Lynch: los casos de Zafrán y Flandria
- cidem7
- 17 oct 2024
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 21 oct 2024
Ambas empresas poseen la certificación internacional que otorga la organización sin fines lucro B Lab. Se caracterizan por definir un propósito con el que buscan transformar el sistema económico en beneficio del planeta y de las personas, comprometiéndose legalmente a ello con acciones medibles.

La localidad de Villa Lynch, en el Partido de San Martín, cuenta con dos PyMES que apuestan fuertemente a la sustentabilidad, la alimenticia Zafrán y la textil Flandria. Son lo que se conoce como B Corps o Empresas B, aquellas certificadas por la organización sin fines de lucro B Lab con base en Estados Unidos. Este tipo de empresas están alineadas con la Agenda 2030 de las Naciones Unidas y realizan acciones con efectos positivos en los planos social, ambiental y económico, el llamado “triple impacto”. Se las designa con la letra “B” por los “beneficios” que reportan no solo a sus accionistas, sino a un amplio grupo de partes interesadas como trabajadores, clientes, proveedores y las comunidades y medio ambiente donde operan. El diferencial que tienen es que definen un propósito con el que buscan dejar huella en la sociedad y el mundo, incorporan ese propósito a sus estatutos y miden y gestionan el impacto en un proceso de mejora continua. Actualmente hay 8.775 Empresas B certificadas en todo el globo, de las cuales 228 son argentinas.
Biencomidos
En charla con el CIDEM, Nito Anello, socio co-fundador de Zafrán, cuenta que comenzaron como un emprendimiento chico pero con valores muy firmes que de alguna manera decantaron en esta prestigiosa certificación.
“Emprendimos Zafrán para hacer que pasen cosas mejores, porque no estábamos conformes con lo que veíamos. Teníamos la ilusión de mejorar el mundo, a través de la alimentación. La certificación, que obtuvimos en 2019, fue una linda forma de abrirnos y conectarnos con otras empresas en búsquedas similares. Creemos que la economía sólo tiene sentido apuntando al bien común y cambiando la lógica de la competencia por la de la colaboración”, define.

La actividad principal de la empresa es la elaboración y comercialización de barras, galletitas, granolas, snacks y cereales, y según detalla Anello, sus propuestas en materia de impacto abarcan distintos frentes. “Estamos trabajando constantemente en cómo mejorar nuestras prácticas en inclusión laboral, en la búsqueda de nuevos ingredientes que sean cuidadosos con el ambiente y las comunidades, en la incorporación de pequeños productores locales, en el desarrollo de recetas que sumen buenos ingredientes, nutritivos, regenerativos”, describe.
Sin embargo, admite que siempre hay cosas para mejorar. “El principal desafío lo tenemos en los packagings. Aunque disponemos de algunos productos en envases compostables, está pendiente reemplazar los packs de plástico de las barras que aún no logramos resolver”, agrega.

Buena parte del cambio que impulsa esta PyME reside en cómo concibe a sus colaboradores. Así, comenta que en su planta de San Martín, entre la línea de producción, el depósito y la oficina, trabajan 43 personas empleadas de forma directa, más de la mitad de ellas con altas barreras de empleabilidad. “Creemos que la diversidad es la gran fortaleza de nuestro equipo. También nos vinculamos con muchas organizaciones que dan trabajo inclusivo. Por ejemplo, desde 2014 cocinamos y envasamos alimentos en la Asociación Civil Andar que promueve el desarrollo integral de personas con discapacidad”, resume.
En cuanto a sus proveedores, la lógica es parecida. “Nos encanta conocer cómo trabajan, con qué impacto. Toda la harina de trigo de nuestras galletitas se produce en Fincas El Paraíso, en Trenque Lauquen, sin químicos y en tierras sanas. El año pasado nos aliamos con Emprendedores por Naturaleza para comprar harina de algarroba recolectada por comunidades en los alrededores del Parque Nacional Impenetrable, en el Chaco. Es rica, nutritiva y su compra contribuye a fomentar la economía restaurativa y conservar el monte en pie”, ilustra.
Entre los hitos de la empresa, Anello menciona que fueron pioneros en empezar a producir en 2017 las barras de frutos secos y semillas, una categoría que no existía en el mercado argentino, y que innovaron en poner al final de la lista de ingredientes “y nada más”. No por nada su slogan es “recetas honestas”.

Pero donde más ahonda es en la creación de su marca Zafranito, destinada a las infancias. “Con ella lanzamos nuestra primera línea de alimentos orgánicos. La creamos con el objetivo de combatir la obesidad infantil, que para nosotros es el principal problema de salud pública en Argentina. Tres de cada cinco menores tiene sobrepeso al empezar la escuela primaria. Estamos convencidos que se puede reeducar el paladar de los niños y niñas, y que los desayunos y meriendas saludables no tienen que ser la excepción”, aclara.
Consultado sobre qué le aconsejarían a las PyMES que quieren sumarse a este movimiento, Nito responde: “Les diría que se hagan preguntas. ¿Para qué nacieron? ¿Con qué propósito existen? ¿Qué los hace felices? ¿Sería bueno para el mundo que su PyME se transforme en una gran empresa? Que se animen a ir más allá del lucro inmediato. Las empresas pueden ser parte de la solución, pueden aportar valor y felicidad, pueden ser buenas para las personas y la naturaleza”, remarca.
Indumentaria sin dumping social ni ambiental
También nacida en el corazón de San Martín, allá por el año 1951, la textil Flandria hizo un camino que puede ser inspirador para muchas empresas del rubro. De tener una modesta fábrica en esa localidad, donde hoy se encuentran las oficinas comerciales y un pequeño depósito, tras la adquisición de la mítica Algodonera Flandria pasaron a gestionar dos parques industriales, uno de los cuales aloja la producción. En total, emplean nada menos que a 280 personas.
Como es sabido, la industria textil es intensiva en consumo de agua, energía y productos químicos y si no se maneja adecuadamente plantea riesgos para el ambiente y la salud de los trabajadores.

“Creo que lo más innovador fue plantearnos que el triple impacto era posible en una industria como la nuestra. En Flandria nos ocupamos de que todos los recursos, inclusive el algodón, se usen de modo eficiente y vuelvan al medio sin contaminantes. En el movimiento B encontramos una perspectiva y metodología de gestión de negocios alineada con nuestros valores. El impacto social y ambiental es fundamental para medir el éxito de una empresa y le damos prioridad, hasta en aquellos casos en los que pareciera no incrementar la rentabilidad en el corto plazo”, apunta su presidente, Carlos Diforti.
Flandria produce tejidos planos de denim y gabardinas en el Parque Industrial Villa Flandria I, emplazado en Jáuregui, Partido de Luján. Realiza todo el proceso productivo, desde la apertura y limpieza del algodón, pasando por el hilado, el teñido y la tejeduría, hasta la terminación y el control de calidad.
Uno de los rasgos más salientes de las Empresas B es que sus impactos son medibles, y los números de Flandria hablan por sí mismos. En lo que hace a sus materias primas, el 15% de sus desperdicios de algodón son reutilizados para la fabricación de nuevos hilados, recuperando 125.000 kg de fibra al año; yendo a sus procesos de manufactura, la implementación de mayores controles y nuevo equipamiento le ha posibilitado ahorrar el 30 % de consumo de agua, el 10 % de consumo de energía eléctrica y más del 10 % de consumo de vapor, en tanto que por su planta de tratamiento de efluentes aeróbica pasan unos 1600 m3 de agua al día, evitando con ello la contaminación del Río Luján, a orillas del cual se sitúa la fábrica.

Desde la dirección de la empresa sostienen que ser parte de este movimiento no solo es compatible con sus negocios, sino que los potencia. Por caso, remarcan que les permite estimular la innovación en la búsqueda de soluciones sostenibles, a través de nuevos desarrollos de productos y servicios que diferencian a la empresa de sus competidores; mantener y mejorar su reputación en el mercado, estrechando lazos con consumidores que también valoran los aspectos sociales y ambientales; reducir los costos operativos por la mejora de la eficiencia en el uso de los recursos; estar mejor preparados para cumplir leyes y normativas futuras; y construir un mejor lugar de trabajo para sus colaboradores.
A propósito de esto último, Sebastián Carriquiry, su gerente de Capital Humano, aporta algunas referencias. Como detalla, el 95 % de quienes se desempeñan en la planta viven en sus cercanías, promoviendo de este modo el trabajo local. “Una política de gestión de personas en el marco de un negocio de triple impacto no sólo debería cubrir las necesidades básicas de seguridad financiera y personal, todo lo vinculado al salario, beneficios y protección contra accidentes y enfermedades. Nosotros además entendemos la relación laboral como una oportunidad de desarrollar un proyecto personal, familiar y comunitario, en un ambiente satisfactorio y con foco en el aprendizaje”, resume.

Y son destacables también sus acciones que tienden puentes con la comunidad. Flandria participó activamente junto al Parque Industrial Villa Flandria I, la Universidad Nacional de Luján, el Municipio de Luján y una comisión de vecinos en la fundación de un museo textil que apuesta a la conservación de una memoria colectiva local. Asimismo, realizan donaciones al Club Social y Deportivo Flandria y a la banda musical Rerum Novarum, activa desde 1937.
“Buscamos hacer lo correcto en todo momento, y esperamos que nuestros clientes puedan elegirnos por sobre las alternativas de bajo costo logradas con dumping social y ambiental”, indican por su parte Julieta y Guido Diforti, directores de la empresa.
En tren de incentivar a otras PyMES a hacer este recorrido, recomiendan probar la Evaluación de Impacto, una herramienta gratuita y confidencial que se puede encontrar en la web de B Lab. Con esos resultados, prosiguen, las empresas pueden revisar sus prioridades en cuanto a lo que valoran o les entusiasma. "Un largo viaje implica siempre un primer paso. Sin querer hacer todo a la vez, comiencen con pequeñas acciones", sugieren.
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