Paula Garnero: “La clave es pensar los datos que tenés y qué podés generar con ellos”
- cidem7
- hace 2 días
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Actualizado: hace 5 horas
La economista especializada en industria 4.0 comenta los avances y desafíos de las PyMES argentinas en materia de transformación digital, habla de sus actores más dinámicos y de las capacidades locales para desarrollar estas tecnologías.

La economista, Directora de Insight LAC y docente de la Especialización en Gestión de la Tecnología y la Innovación (GTEC-UNTREF), Paula Garnero, compartió su mirada sobre el uso de las tecnologías 4.0 en las pequeñas y medianas empresas argentinas, destacando que si bien están bastante extendidas todavía no se las aprovecha del todo.
La mayoría de las PyMES viene adentrándose en ese terreno desde la pandemia, pero como aclaró, se vuelcan a algunas tecnologías puntuales. De acuerdo a un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) de 2023 en el que ella trabajó, un 80 % de las pequeñas y medianas empresas incorporaron computación en la nube y plataformas digitales.
“Esta tendencia se mantiene y surgió más que nada por la necesidad de trabajar de forma remota. La nube se convirtió también en un espacio para compartir datos y hacer correr algunos de los softwares que más usan las empresas. El problema era que habían llegado a la pandemia sin suficiente capacidad de almacenamiento ni de cómputo, por eso su auge”.
Por otro lado, comenta que un 70 % de las PyMES también se inclinó desde la cuarentena por las plataformas de e-commerce, como una solución rápida para no perder fuerza de venta y recopilar datos sobre sus consumidores. Ya pensando en una estrategia de mediano y largo plazo, un 40 % de ellas incursionaron en Internet de las Cosas (IoT). “Esta última es una tecnología con aplicaciones más industriales, que se usa para la integración de máquinas, la conformación de sistemas ciberfísicos que requieren de algunas antenas y transmiten información de una celda de producción a otra”, específica.
Más recientemente, asegura que el uso de la inteligencia artificial (IA) generativa está a la orden día, solo que en las PyMES se da de manera poco organizada. “Algunos trabajadores curiosos o que tienen cierto piso de habilidades digitales, empiezan a utilizar la IA generativa para alivianarse de algunas tareas cotidianas, casi en secreto. El tema es que al darse espontáneamente, de abajo hacia arriba, sin una decisión empresarial, puede traer conflictos por las brechas de productividad y salariales entre empleados”, indica.
Como explica, los dueños de PyMES tienen cierta resistencia al uso de esta tecnología por la seguridad de los datos. De todos modos, dice que es fundamental que desde los niveles directivos se estimule y organice su uso porque se trata de una herramienta valiosa para aumentar la eficiencia y la productividad. “Hay que plantear desde las gerencias directrices claras, qué tipo de archivos se pueden subir a ChatGPT y cuáles no, establecer si se deben pasar todos los reportes por la IA para mejorar su calidad. En las grandes empresas ocurre al revés, es algo que se promueve desde arriba. Varias ya están comunicando que no van a tomar personal para las tareas susceptibles de ser automatizadas con inteligencia artificial”, describe.

Así y todo, el campo de la IA es amplio, y algunas PyMES vienen explotando con muy buenos resultados otras de sus ramas que se enfocan en la automatización y la predicción.
“Estas inteligencias artificiales son muy distintas a la generativa porque requieren generalmente de una planificación. Incorporar visión por computadora para control de calidad, conlleva hacer inversiones en cámaras y sensores. Se necesita ese paso anterior y es ahí donde se ven las diferencias entre sectores”, argumenta.
Tambos, un sector que hace punta
Como buena conocedora del sector AgTech (tecnología agrícola), la economista menciona algunas PyMES que son un verdadero ejemplo de cómo exprimir al máximo las tecnologías 4.0. Entre ellas, tambos ubicados en las provincias de Santa Fe y Córdoba.
“Hay mucha automatización para el ordeño, incluso hay un montón de robots ordeñando en Argentina”, aclara.
Como le cuenta al CIDEM, la sala de ordeño pasó a ser un box muy pequeño con una puerta electrónica por donde cada vaca ingresa sola seducida por la comida. Ahí se le adosan automáticamente las pezoneras mientras el animal se queda quieto comiendo. Sin embargo, para que pueda entrar al box hay una tecnología que se pone en juego previamente. “La puerta se abre con el tag que cada vaca lleva en un collar, pero tiene que estar en condiciones para poder ordeñarse, sino la puerta permanece cerrada”, continúa Garnero.
La información se captura mediante sensores portátiles (dispuestos en los collares o tags) y tecnología de Internet de las Cosas. “Las vacas pueden estar sueltas en corrales donde hay unas antenas que remiten en tiempo real información a un software con el que se hace un seguimiento de su salud, su reproducción y su alimentación, entonces se pueden anticipar celos que para la industria láctea es muy importante porque para que la vaca dé mucha leche tiene que estar preñada. Ahora se hace todo con estos sistemas y la verdad es que aumentó muchísimo la tasa de preñez, bajó notablemente la mortalidad del ganado y eso llevó a un salto significativo en la productividad. Son tambos que si antes daban 5000 litros por día ahora están en los 7.000”, detalla.
Garnero también fija posición respecto al impacto que tiene la automatización en los puestos de trabajo. “Se reemplazan tareas, lo que antes hacía alguien que se levantaba a las 4 de la mañana para ordeñar ahora lo hace un robot. No se pierden puestos de trabajo en cantidad porque por el aumento en el volumen de producción se crean otras tareas nuevas como llevar la comida al comedero o distribuir en los lotes el compost generado”.
A propósito de esto último, la economista cuenta cómo este sector abrazó modelos de negocios que vienen de la economía circular (ver Nexos N° 51) y funcionan como un complemento perfecto del paradigma digital.

Por ejemplo, hay tambos en los que se encierra a las vacas en galpones sobre una cama de compost. Las vacas hacen sus deposiciones ahí y se mezclan con la tierra. Antes había que limpiar los galpones cada seis meses, ahora ese compost se levanta con palas y se coloca en los lotes para fertilizar los suelos, otros lo usan para hacer etanol. Hasta los desperdicios orgánicos de los animales se secan y se venden como chips fertilizantes para viveros.
Y esto mismo corre para la cuestión energética. Al ser espacios de producción muy automatizados necesitan proveerse de energía de calidad, y en esa búsqueda adoptaron el autoabastecimiento energético. “Algunos de estos tambos cuentan con generadores y paneles solares que los cubren para lo que necesitan, pero aparte les queda un excedente que venden a la red eléctrica. Y la venden en el momento en el que se paga mejor, por los datos que tienen”, grafica.
Lo que resalta la docente es que este sector pudo sacarle muy bien el jugo al manejo de la información. “El dato realmente se captura y se analiza en tiempo real. Y ese es el núcleo de la industria 4.0, hablando en un sentido más estricto”, define.
Barreras a superar
Más allá de los beneficios que reporta el uso de estas tecnologías como el aumento de la productividad o el desarrollo de nuevos modelos de negocios, la consultora enfatiza que hay diversos factores que dificultan el camino de las PyMES hacia una digitalización efectiva.
El primero que cita tiene que ver con la enorme oferta tecnológica disponible, que hace que a las empresas les cueste optar por la más acorde. “Esto es un problema pero porque falta mucho trabajo hacia atrás. Hay empresas que están atrasadas en varios sentidos y dicen que quieren hacer algo con IA. La verdad que hay otras cosas que se pueden hacer antes, que también te pueden disparar fuerte tu productividad y no necesariamente tiene que ser la IA. Lo que vemos es que a las PyMES les cuesta jerarquizar tecnologías, entender cuál es la que mejor se adapta a su modelo productivo y a su negocio. Para eso necesitan ayuda de un asesor que las oriente en ese proceso de transformación digital, porque hay que tener en claro que no es nunca llave en mano, que lleva tiempo, es lento y a medida”, se explaya.
Otro escollo es el financiamiento. Aunque hoy haya más bancos ofertando créditos al sector productivo, las tasas siguen siendo altas. Además, sostiene que hay poca demanda porque varios sectores de la producción se contrajeron, lo que hace que las acciones de inversión se demoren. Fuera de esta cuestión estructural, Garnero apunta que algo que desalienta estas iniciativas es que nadie sabe bien cuánto tiempo lleva amortizar su capital y cuánto dinero va a haber que invertir en la puesta a punto del equipo o de la tecnología a incorporar.
“Volviendo al caso de los tambos, para sumar los robots tuvieron que hacer obras de infraestructura y modificar la sala de ordeño, hacer un tendido eléctrico distinto, comprar generadores y poner unos comederos especiales. Es decir, representan inversiones sustantivas colaterales que van más allá del software y que implican cambios rotundos en la organización de los factores productivos”, ilustra.

Asimismo, añade que también hay una barrera asociada a lo cultural. “La incorporación de una tecnología digital generalmente implica reacomodar la manera en que la gente trabaja o el proceso productivo. Contar con el factor humano capaz de llevar adelante esos cambios es central. Por suerte, estamos viendo que hay un recambio generacional en las PyMES y eso allana el terreno. La persona joven que está conduciendo una empresa sabe que va a tener que hacer otras inversiones paralelas y que va a tener que reeducar a la gente, en cambio si el dueño es un adulto mayor, las ganas de modificar la manera en la que se produce es mucho menor y el proceso demora más o directamente no ocurre”, acota.
Desarrollos locales para la industria 4.0
Consultada por las capacidades locales para desarrollar soluciones 4.0, la experta comenta que somos muy buenos adaptando tecnologías abiertas y formando alianzas con otros sectores tradicionales de la industria.
Volviendo al mundo del agro, dice que si bien hay mucha presencia de grandes compañías extranjeras como la sueca DeLaval o la norteamericana John Deere, se pueden encontrar actores locales interesantes como Caimán en Santa Fe o MetalFor en Córdoba.
“Metalfor era una típica PyME metalúrgica de Marcos Juárez, en la provincia de Córdoba, fabricante de maquinaria agrícola. Se termina asociando con una empresa de software de acá para meterle a la pulverizadora banderines satelitales y cámaras que permitieran distinguir en tiempo real la maleza a pulverizar, dejando el cultivo intacto. El resultado fue el desarrollo local de una pulverizadora inteligente”, ejemplifica.
Ya en materia de inteligencia artificial, refiere que hay gente trabajando con algoritmos abiertos para ofrecer algún tipo de solución a problemas en fábrica. “Son algoritmos conocidos en base a los cuales se puede generar un sistema de visión por computadora para que, por caso, una empresa metalúrgica separe las piezas defectuosas de las que están bien. Hay mucho de esto actualmente”, agrega.

Finalmente, comparte que hay varios desarrollos locales basados en Big Data. “Se aplican para el análisis de datos en las plataformas de e-commerce y si vamos a algo más complejo, también están los datos que arrojan los sensores en la industria del petróleo, donde en las cañerías se está monitoreando todo el tiempo la presión, humedad y calidad del gas. Con esos datos hay empresas argentinas que están brindando soluciones de seguridad y de predicción para el sector petrolero”.
La docente remarca que más allá de que no sean tecnologías sofisticadas, ayudan mucho a las empresas de baja y mediana escala. “No son grandes innovaciones porque todo esto se construye sobre conocimiento ya existente, sobre algoritmos conocidos y herramientas de software disponibles. Las impulsan empresas chicas, que tal vez no tienen centros de cómputo ni trabajan cosas de punta, pero logran resolver un problema y esas capacidades sí las tenemos”, expresa.
Algunos consejos para las PyMES
De acuerdo con la especialista, para ser una verdadera fábrica inteligente hay que hacer todo un trabajo anterior sobre los procesos. “Cuando uno digitaliza, no puede digitalizar el caos. Si tu proceso productivo está desordenado o no hay buena comunicación entre un área y la otra, no tiene sentido intentar la transición”, evalúa.
Es que como insiste, el paradigma de la industria 4.0 está centrado en la valorización de los datos, y para ella hay varias PyMES que cuentan con información y no le sacan rédito.
“La clave es pensar los datos que tenés, cómo los monetizas, y qué podés generar con ellos. Puede ser una versión mejorada de tu producto, personalizar la campaña publicitaria, predecir la necesidad que vas a tener de algún insumo estratégico o anticipar cuándo tus máquinas pueden fallar para no tener problemas con la producción. Todo eso se hace con datos, pero primero hay que entender que tienen un valor y que pueden abrir un montón de caminos”, reflexiona.

Y junto con las competencias digitales, la consultora afirma que el otro gran desafío para las pequeñas y medianas empresas es alinearse con la economía circular y sus principios. “Hay que repensarse para lograr un sistema que sea sostenible ambientalmente, que no queden residuos o que se pueda hacer un aprovechamiento de todo el desperdicio que se genera a lo largo de tu proceso productivo. En lo posible, va a haber que apuntar al autoabastecimiento energético, porque esa es una tendencia que va a marcar mucho los próximos años”, cierra.
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