Cuando los sectores populares se apropian de las tecnologías 4.0
- cidem7
- 1 jul 2024
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 22 nov 2024
El capacitador en herramientas digitales Juan Pablo Míguez cuenta su experiencia en barrios vulnerables de la Ciudad de Buenos Aires, donde propone un cruce entre oficios tradicionales, inteligencia artificial y robótica.

La innovación tecnológica en poblaciones vulnerables es algo de lo que prácticamente no se habla pero está ahí y tiene un enorme potencial. Así lo confirma la experiencia de Juan Pablo Míguez, capacitador en herramientas digitales que trabaja en los barrios Fátima, Rodrigo Bueno y en el Centro Cultural y Comunitario Morenos de Barracas cruzando inteligencia artificial y robótica con oficios tradicionales como la producción de pan, frutas y verduras.
Como le dice al CIDEM, los proyectos surgieron por iniciativa de los habitantes de esos barrios en un contexto socioeconómico de fuertes carencias que invitaba a pensar nuevos caminos. "Con la falta de trabajo y de alimentos en los comedores nos planteamos que no solo había que dedicarse a la capacitación laboral de saber hacer pan o facturas, sino a todo lo que engloba llevar esa situación a un emprendimiento comercial sustentable con ayuda de las nuevas tecnologías", explica este docente apodado "Profe Mosquito", quien junto a otros 80 colegas integra el Programa de Alfabetización, Educación Básica y Trabajo (PAEBYT) del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires.
En el caso del Barrio Rodrigo Bueno, Míguez relata que están haciendo un taller de panadería con algunas características particulares, en un marco que en general es bastante caótico y donde los recursos no sobran. "El Programa no tiene un edificio propio y nosotros estamos bien adentro del barrio. Trabajamos en la Capilla Nuestra Señora de Caacupé que nos da la conexión wi-fi. Usamos la cocina de la capilla y entre que la masa leva y el pan está en el horno pasamos al salón, corremos los bancos y aprendemos de tecnología", describe, entregando una nítida postal de cómo funcionan las cosas en esos lugares y de la férrea voluntad que hay por adquirir conocimientos a pesar de las desigualdades.

Yendo a la dimensión propiamente tecnológica de la propuesta, Míguez comenta que ven programas de rigor como Word, Excel y Canva para armar los recetarios, las estructuras de costos y las piezas de comunicación, pero para lo que es la etapa de comercialización más fina vienen trabajando con inteligencia artificial (IA).
"La intención de darles ChatGPT es que vean lo útil que es para armar estrategias de marketing en las redes sociales, pero también para otros usos, como sugerir nuevas recetas. Los alcances que tiene son muy amplios y puede ayudar al negocio en general. Lo que busco transmitirles es que la inteligencia artificial generativa es un insumo para suplir cosas que les faltan, que está a disposición, que hay que preguntarle y tenerla como un asistente", argumenta.
En la narración que hace "Profe Mosquito", otro dato interesante es que quienes concurren a este taller son sobre todo mujeres que promedian los 50 años. "Son las que llevan adelante la vida del barrio cuando sus maridos o compañeros salen a trabajar, a hacer changas. Para nosotros son las doñas", agrega casi en tono reverencial y derribando cualquier preconcepto sobre las habilidades que tienen para el manejo de estas tecnologías. De hecho, cuenta que dos de ellas han podido apuntalar sus emprendimientos de panadería y tejidos con la implementación de IA.

En tanto que en Barrio Fátima y en el Centro Cultural y Comunitario Morenos de Barracas, Míguez trabaja principalmente con jóvenes en temas de robótica; de ahí surgió otro proyecto para aplicar estas tecnologías a la producción de frutas y verduras a pequeña escala.
"Queremos utilizar algo de esto para poder sensar, ver sensores de humedad, de temperatura. Vamos a hacer automatización de huertas, mostrar cómo con algunas de estas herramientas se puede mejorar la producción y despreocuparse de cuestiones como el riego para estar atento a otras cosas", detalla.
Es que para el docente estos barrios tienen algo muy potente. “Se trabaja, se trabaja y se trabaja. Y en esa dinámica de mucho trabajo también hay mucho potencial, muchas personas que se interesan y que si se les da la oportunidad se desarrollan”. En tal sentido, comenta el caso de Jimmy, un chico de Rodrigo Bueno que incentivado por estos cursos está estudiando programación becado por la Universidad Católica Argentina.
Según el capacitador, es fundamental acercarlos a las nuevas tecnologías. “Si no les mostramos las posibilidades que abre ChatGPT y los recaudos que hay que tener en el uso de las redes sociales y de la inteligencia artificial, los estamos dejando afuera. Pero si los incluimos va a haber gente con ideas nuevas, que va a querer innovar”, remarca.
Míguez sostiene que si se profundiza esto podría haber una generación de empleo genuino. “No empleo precarizado, no changas, no microemprendimientos como ir a vender chipá a la esquina, sino poder hacer emprendimientos más sólidos, con trabajo de calidad”, opina.
De acuerdo con él, siempre hay que igualar para arriba. Si bien algunos estudiantes necesitan que se les enseñe el funcionamiento esencial de una computadora, el entrevistado remarca que no se debe acotar la enseñanza a los usos básicos de los sistemas informáticos. “Lo que yo propongo es profundizar en cuestiones de más alto nivel, enseñar a programar, utilizar inteligencia artificial, hacer ciencia de datos con la expectativa de poder empoderar a los sectores populares con estas tecnologías porque pueden salir cosas muy buenas, porque hay pensamientos situados. Los compañeros tienen conocimientos que ni se me ocurren a mí y es increíble cómo van para adelante”, asegura.

Commenti