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Luma, una experta en actividades prácticas

  • cidem7
  • 19 abr 2024
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 20 may 2024

Luis y Jerónimo Márquez son padre e hijo y conducen esta reconocida PyME de Caseros que produce materiales para escuelas de toda la Argentina. En diálogo con el CIDEM cuentan cómo fueron sus inicios, los dilemas de ser una empresa familiar y porqué defienden la integración de procesos y el desarrollo de tecnologías propias. 



Cualquiera que tenga hijos en edad escolar conoce el nombre. Ya sea porque le tocó forrar un cuaderno de comunicaciones con el típico papel araña o a lunares, o porque tuvo que conseguir para los chicos algún rollo de papel crepé a pedido de la “seño” de plástica, Luma resulta familiar en muchos hogares. Pero lo que no tantos conocen son las personas y el trabajo que hay detrás de estos materiales que hoy ya son una tradición en casi todas las escuelas argentinas.


Nacida hace 30 años en el Partido de Tres de Febrero, Luma es una PyME conducida por Luis y Jerónimo Márquez, padre e hijo respectivamente, y podría considerarse un ejemplo de cómo una empresa familiar puede sostenerse y crecer con el correr del tiempo en base a un principio básico: poner las ideas en acto.


Como le cuenta Luis al CIDEM su expansión fue gradual, con pasos cortos pero certeros. En el inicio, y aprovechando su experiencia desde jovencito como corredor en la editorial de libros infantiles y figuritas en la que trabajaba su padre, Luis se enfocó en la venta. “Cuando terminé el secundario, a los 18 años, me puse a trabajar en la editorial y ahí conocí el gremio y los clientes. Primero revendíamos papel glasé, pinceles y otras cosas, y cuando armamos la SRL nos pusimos a fabricar con nuestra propia marca. Nuestro camino fue de atrás hacia adelante, de la venta a la producción”, describe.



Atento al relato de su papá, Jerónimo agrega: “Él siempre se preocupó en tratar de no tercerizar y hacer las cosas nosotros mismos. Quizás ciertas empresas consideran que no es lo mejor pero yo lo que veo es que en muchas cuestiones nos dio grandes resultados. En los tiempos, la velocidad de respuesta y el control de la calidad ha sido una buena medida”.


Jerónimo busca con la mirada a su padre y recapitulan: desde algunas bobinas y las tintas a los envases donde van los productos terminados, la mayor parte de los procesos los hacen ellos y así no dependen tanto de los proveedores externos. Tampoco les falta cierto espíritu innovador, algo difícil de encontrar en un rubro tradicional como el suyo.  



Para darse cuenta del crecimiento de esta Pyme, basta repasar algunos números. En cuanto a su infraestructura, pasaron de un modesto almacén ubicado en Martín Coronado a cuatro galpones con oficinas en Caseros y Hurlingham que suman 8.000 m2; de una guillotina y envasadora manual que tenían al arrancar, escalaron a cerca de 40 máquinas que cumplen funciones muy diversas; este desarrollo también se expresa en su personal, que de un puñado de empleados trepó a la importante cifra de 114 personas; o mismo en sus  artículos, que de uno o dos se fueron multiplicando hasta alcanzar los 900. Padre e hijo apuntan que aparte de toda la línea escolar con propuestas únicas como las cartulinas metalizadas, la empresa confecciona folios y carpetas para oficinas, segmento en el que también se destacan.  Además, mediante la adquisición de la marca UTIL-OF y de varias de las máquinas de esta empresa que entró en quiebra a partir de la crisis cambiaria de 2018, están próximos a producir biblioratos y carpetas con mecanismos. En total,  entre plástico y papel, procesan más de 2.500 toneladas de materiales al año que llegan a todas las regiones del país.

 

La apuesta por la soberanía tecnológica


Retomando esta idea heredada de su papá de incorporar procesos a la empresa, Jerónimo cuenta que vienen implementando un sistema con tecnologías 4.0 para el monitoreo de las máquinas en planta orientado a mejorar el rendimiento en la producción.


“El software que usamos lo desarrollamos nosotros en base a uno libre. Es un software nuestro porque lo adaptamos a nuestras necesidades. Por eso es importante esta idea de la soberanía tecnológica. Para mí es un tema clave y es la razón por la cual contamos con tres programadores”, comparte, aclarando que el programa que reformularon a su conveniencia es el Tryton ERP.



Según explica, este sistema parte de una serie de sensores que van adentro de las mismas máquinas y pasan señales que decodifican los “cerebros”, cajas estancas añadidas a la superficie de cada una de ellas. Luego los “cerebros” suben los datos al sistema a través de Wi-Fi para que se terminen visualizando en un programa.


“Con el software vemos todo en tiempo real. La idea es empezar a registrar en cada máquina a qué velocidad trabaja. Si está fuera de la velocidad estándar, entender las razones por las que se va de la norma. Si tiene muchas paradas, analizar por cuáles problemas tiene más y por cuáles menos. De este modo, tenés más y mejor información para, por ejemplo, decidir inversiones”, remarca.



Para Jerónimo, si bien se trata de una cuestión política el dilema es esencialmente económico. “Si vos comprás estas soluciones a un proveedor extranjero estás hablando de muchísimo más dinero, en cambio si hacés un desarrollo propio como nosotros, con tu gente, el costo es menor para la contabilidad de la empresa y aparte es mejor porque si no son dólares que se van afuera. Estamos promoviendo el trabajo argentino, gastamos la mitad y encima la plata se queda acá”, resume satisfecho.



Incluso Jerónimo milita el uso de las llamadas raspberry pi (computadoras monoplaca de bajo costo) y el sistema operativo Linux. “Si te ponés a analizar lo que valen las licencias de Microsoft Windows o de Microsoft Office en dólares y lo que te pueden pedir para renovarlas, o mismo en las actualizaciones que tienen y que te quitan un montón de horas hombre, no hay que pensarlo demasiado. Es verdad que con Linux al principio nos costó la adaptación, pero cuando uno le encuentra la vuelta te olvidás de los problemas”, plantea.


Lo bueno y lo malo de ser una PyME familiar


Ante la consulta de cómo funciona una PyME familiar, Luis se ataja. “La realidad es que cuando se habla de empresas familiares, la gran mayoría no pasa a la segunda generación, y mucho menos a una tercera. Ese ya es un dato contundente”, sentencia.


En el caso de Luma, Jerónimo viene a romper con esa tendencia y su padre sostiene que ha “incorporado una fuente de energía nueva a la empresa”. Entre otras iniciativas, elogia que se haya hecho cargo de cambiar los sistemas y softwares con los que trabajaban porque habían quedado obsoletos. “Actualizar eso estaba fuera de mi alcance y Jero venía con todo un bagaje al respecto. Lo que yo noto es que está muy atento, con ganas de conocer, investigar y aprender todo lo relacionado a los procesos actuales”,  dice orgulloso.



Por su parte, Jerónimo plantea que lo que más rescata de su padre son los valores que le transmitió. “La PyME tiene otra característica, hace las cosas de otra manera, no necesariamente ser chico es bueno pero hay algo de lo personal, de lo humano, que sí se da más en las PyMES que en las grandes empresas. De mi papá tomé el tema de la industria nacional y de la honra, de haberse portado de una manera y no de otra a lo largo de los años, de tener una línea de conducta”,  dice visiblemente emocionado, explicando que eso lo nota en las palabras que le dedican clientes, proveedores y quienes trabajaron en la empresa.


Asimismo, Luis argumenta que la parte más vulnerable de toda PyME familiar es que no suelen estar profesionalizadas.  En relación a eso, confiesa que desde el vamos se ocuparon de buscar personal con el conocimiento específico para cada tarea a realizar y no poner a un familiar porque sí. “Siempre nos propusimos que nuestras prácticas y decisiones no estuvieran tan influenciadas por cuestiones familiares sino que sean beneficiosas para la empresa”.


Jerónimo coincide en que la falta de profesionalización es un problema, y afirma que una buena forma de contrarrestarla es trabajar en la vinculación, con el afuera. “Por eso ahora estamos tan cercanos a la universidad y a otras organizaciones del territorio, no solo por el tipo de capacitaciones a las que nos permiten acceder sino porque nos parecen espacios en los que podemos encontrar gente valiosa que pueden aportar mucho a nuestras PyMES”, pondera.

  


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