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Ruta Cacao y sus chocolates con triple impacto

  • cidem7
  • 19 sept 2023
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 26 sept 2023

Con sus elaboraciones gourmet, esta microempresa familiar de Saavedra promueve la solidaridad entre mujeres, el desarrollo económico local y el cuidado del medio ambiente.



Hasta no hace mucho, Yanel vivía con sus dos hijos en un hogar. Una historia marcada por la adversidad, como la de tantas. Pero algo torció ese destino. Fue cuando se cruzó con Ema Parrella y Ana Leonhardt, conductoras de la MiPyME Ruta Cacao.

“Ingresé acá como personal de maestranza, en la pandemia, por la agencia Gestiones Solidarias. Un día desde la agencia me avisaron que la propuesta de Ana y Ema era enseñarme todo el trabajo relacionado con el chocolate. Fue algo a largo plazo, así que en todo ese tiempo aprendí un montón, no solo a hacer las barras, también sobre packaging y hasta cosas de administración”, repasa Yanel.

Como comparte, haberse incorporado a la planta permanente de Ruta Cacao transformó su vida. “Me siento contenta de haber avanzado en lo económico. Pude egresar del hogar, me fui a alquilar con mis hijos. Cambié de barrio que era importante, estábamos en un lugar muy precario. Hoy no hay nada que no sepa hacer acá adentro. Abro todos los días la fábrica. Aparte el respeto que ellas tienen por mis derechos como trabajadora, eso no es fácil de conseguir”, continúa.



Por su parte, su compañera Yamila concurre todos los viernes a la fábrica para hacer la limpieza. Al igual que Yanel, aspira a un trabajo que le abra nuevas oportunidades. Para Ana y Ema, las dos tienen el mismo perfil de detalle y prolijidad, por eso quieren sumar a Yamila al área de elaboración de producto.

Asistidas por el CIDEM de la UNTREF, las directoras de Ruta Cacao aplicaron al Programa Emprender Mujeres de la Secretaría de Industria y Desarrollo Productivo. “Tenemos una preaprobación del proyecto y si sale ese aporte no reembolsable vamos a contratar a Yamila por seis meses para capacitarla e incorporarla a la parte de producción”, aclara Ana Leonhardt.


Consultada por la composición mayoritariamente femenina de la empresa, Ana sostiene que existe una comunidad en el género. “De alguna manera hay un entendimiento en cómo trabajás y en la utilización de las cosas. Se dio así porque nos sentimos más cómodas, porque nos apoyamos y comprendemos”.


Esa solidaridad, por ejemplo, también se ve entre Yamila, que es hipoacúsica y Yanel, que sabe lenguaje de señas y oficia de traductora. En sí, lo que destacan Ana y Ema es que de entrada tuvieron en claro que su emprendimiento tenía que tener un fin social, y en este caso el acento está puesto en generar más inclusión para sus pares mujeres. En tiempos donde se busca instalar que el mérito individual y la autosuperación son los únicos motores de la movilidad social, las historias de Yanel y Yamila hablan de un entramado de colaboraciones que involucran a emprendimientos privados, la universidad pública y el Estado.




El concepto de marca y el desarrollo local


El nombre Ruta Cacao fue creado por Ema Parrella y en él conjugó dos de las cosas que más le gustaba hacer: viajar y probar chocolates. “Siempre que viajaba me encantaba catar chocolates y saber qué tenían, explorar los sabores. Era como una idea fija. Cada país tiene una forma diferente de hacerlos, algunos son más rústicos, otros tienen otro formato”.


Así, Ema se puso a estudiar con la reconocida chef chocolatier y sommelier Ingrid Cuk, y de ahí se lanzó a elaborar sus propias barras. Primero de manera muy casera, en un pequeño departamento que alquilaba con una templadora básica, hasta que en 2018 instalaron, junto a sus padres, la fábrica en Saavedra, C.A.B.A., ya con tres máquinas Pomati de gran precisión.



Según Ana, a partir de ahí se volcaron a producir barras premium, con la mirada en la exportación. “Tenemos distintos proveedores pero elegimos la calidad del producto. Trabajamos en el nicho del chocolate negro con un 80 % de cacao que es un grand cru, un cacao que es de único origen. Después tenemos el del 70 % que es un mix de granos de cacao, y el chocolate con leche que también tiene una proporción alta y llega al 36 % de cacao en su contenido. Ninguno tiene grasas transgénicas, no se mezclan ni les agregamos conservantes”, detalla.

Recientemente diseñaron las líneas Sabores del Mundo y Sabores de Argentina, cuyo concepto es viajar y vivir una experiencia singular de la mano de sus chocolates. “Tenemos uno con pistacho que se relaciona con Turquía, otro con mango que se relaciona con el Caribe. También podemos trasladarnos a América del Norte, India y Asia, o a destinos diferentes de Argentina como Patagonia, Pampa, Puna, Cuyo y Litoral. Nuestra marca es un camino”, ejemplifica Ana, agregando que durante el tiempo de crecimiento de la empresa tuvieron un rol fundamental algunas reconocidas consultoras.



De este modo, sus productos se fueron consolidando en un circuito bastante exclusivo compuesto por sibaritas particulares, bodegas, tiendas delicatesen, restaurantes y market places, así como compañías que hacen regalos a sus empleados en fechas especiales. Lagarde, Yancanelo, Tina & Co, Le Marché, Exxon y Cabal son solo algunos de los nombres que integran su cartera de clientes.


“Buscamos mantener la regionalidad para dar trabajo, y acá también estamos en sintonía con la certificación B que promueve la vinculación con productores nacionales o regionales y desarrollar el área donde está inserta la fábrica para la parte social. Por mencionar algo, los pistachos que utilizamos como ingredientes son orgánicos y el proveedor es de San Juan”, ilustra Ana.


Consciencia ecológica


Otro de los principios con los que se maneja Ruta Cacao es el cuidado del medio ambiente. “Cuando elegimos proveedores, tratamos que sus productos sean ecológicos. Es un trabajo encontrarlos, pero nos fijamos bastante en el origen de los ingredientes y los procesos con los que se obtienen”, remarca Ema.

Ana agrega que fueron un paso más allá al lograr una certificación medioambiental de productos del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) para dos de sus creaciones: el Guarda Pampa con 80 % de cacao y reducción de malbec y el India con jengibre y cardamomo.


Su relación con el INTI viene de un tiempo atrás, cuando trabajaron con ellos en la implementación de las Buenas Prácticas de Manufactura para su planta. “Como nos conocían de antes nos buscaron para ser la primera chocolatería que certifique productos a nivel de impacto ambiental. La verdad que nos da mucha satisfacción que nos hayan elegido”, enfatiza Ana.


De acuerdo con ella, desde el Instituto le aseguraron que son la primera chocolatería del mundo en conseguir esto. “A mí me parece mucho, así tan chiquititas como somos, no me entra en la cabeza que Arcor o Nestlé no la tengan. La certificación involucra el análisis del cacao desde su origen y su transformación en chocolate, el de las demás materias primas que se adicionan para determinar una barra y el de la barra cuando sale con su logística hasta el consumidor final. Hay un trabajo inmenso con tablas matemáticas detrás”, especifica.


Lo que llama la atención de Ruta Cacao es que, a pesar de su tamaño, todo el tiempo están buscando mejorar sus procesos. Y lo hacen sin perder nunca de vista ese triple impacto social, económico y ambiental que muchas organizaciones enarbolan hoy como nueva bandera.


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