Los retos de la economía circular en Argentina
- cidem7
- 17 oct 2024
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 18 oct 2024
En esta entrevista, la diseñadora industrial, docente y consultora Raquel Ariza, habla de las ventajas del modelo, de los desafíos que enfrentamos para darle impulso y de las oportunidades que representa para las PyMES.

Si algo deja en claro Raquel Ariza cuando se le pregunta por economía circular es que este modelo de producción y consumo no solo apunta al cuidado del medio ambiente a través del reciclaje o la reutilización de los desechos sino que además incentiva formas innovadoras de hacer negocios.
“Hay un punto de la economía lineal en el que un producto que se comercializa y llega al usuario lo hace con un valor, y después automáticamente lo pierde cuando pasa a ser un descarte o basura. Justamente lo que plantea la economía circular es sostener ese valor”, explica esta diseñadora industrial que viene trabajando desde hace años en la temática tanto en el sector público como privado.
Es que como dice, el tratamiento del residuo es solo una parte del asunto, la más visible. “Si uno piensa los productos para que sean circulares, también deberían tener la opción de que su vida útil sea más larga y que se les pueda hacer un mantenimiento o reparar sus partes. Por eso decimos que la economía circular abre la posibilidad de desarrollar nuevos modelos de negocios, porque propone la oferta integrada con servicios y un rediseño sobre los productos”, sintetiza.
Dinámicas y desafíos de la circularidad en nuestro país
Como sugiere Ariza, el posicionamiento de Argentina en relación a la economía circular tiene sus matices. Por un lado, señala que si bien el tema está en la agenda pública de CABA y provincias como Córdoba, Mendoza y Santa Fe, todavía no hay normativas a nivel nacional que sean obligatorias. La experta indica que todo lo que se tira es un costo que lo puede pagar la empresa, el usuario o el municipio, y agrega que la obligatoriedad aparece cuando se identifica quién tiene que hacerse cargo. “En otros países está lo que se llama la responsabilidad extendida del productor, que significa que yo como empresa soy responsable de tratar todo lo que meto en el mercado. Eso involucra a gigantes como Coca Cola o Nestlé, que terminan cumpliendo esas normativas por más que en la Argentina no estén. Como tienen presencia regional y es una política de la compañía, pasan a ocuparse de sus residuos traccionando a los proveedores y a toda la cadena”, ilustra sobre cómo son las dinámicas aquí.
Pero la legislación no es el único problema al que nos enfrentamos para consolidar este modelo. De acuerdo con Raquel, uno de los mayores escollos es el de la disponibilidad y la oferta.
“También se necesita que los consumidores separen la basura en sus casas, y lo mismo para las industrias, que en todos lados se clasifique y se procese, haciendo compost con los orgánicos por ejemplo. Es una concientización a nivel de las familias y de las organizaciones que ayudaría muchísimo a que se puedan identificar los materiales para usarlos y que no sea tan costoso recuperarlos”, argumenta.

Otra de las complejidades tiene que ver con lo que se conoce como transición justa. “Acá quienes se encargan en general de los residuos son sectores informales de la economía, que en el mejor de los casos están organizados en cooperativas. Hay que generar parámetros para que los grupos que hacen estos empleos verdes lo hagan en condiciones dignas y para que haya una mejor vinculación con las empresas que los necesitan. En algunos casos funciona, pero no está sistematizado del todo”, advierte.
Asimismo, refiere que es primordial pensar estos circuitos a baja escala. “Está quien extrae, quien produce, quien usa y quien después vuelve a transformar, pero lo que falta en nuestro país es que todo eso se haga en ciclos más cortos. En la Patagonia hay un montón de residuos de plástico que se arrojan desde los barcos al mar y se acumulan en las playas. Para poder molerlos y usarlos hay que trasladarlos a lugares lejanos y eso es mucho más caro que dejarlos tirados. Por eso tenemos que pensar estos ecosistemas territorialmente”, enfatiza.
La relación con la innovación y las tecnologías
La también docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la Universidad Austral asegura que la economía circular está estrechamente ligada a la innovación. “Se trata de repensar todo: el sistema, los productos, el negocio”.
En su opinión, hay acciones que se vienen haciendo con la imagen de la economía circular que en realidad son acciones correctivas de un sistema lineal. “Ocurre cuando mi empresa tiene un residuo y lo que hago es tratar de que me salga más barato. No cambió mi producto ni mi proceso productivo, lo que busco es tener un impacto menor del que tenía, que es válido también, pero por ese camino no se llega necesariamente a la economía circular”, acota.
De ahí que resalte que la innovación se ubique en el corazón mismo del modelo. “Es importante la innovación para entender cuál es la necesidad real que mi empresa resuelve y si lo puede resolver con o sin materiales. Hay modelos de negocios que dejaron de poseer producto para dar un servicio”, sostiene, poniendo como ejemplo plataformas digitales al estilo de Airbnb y Uber, que desde una lógica colaborativa permite a las personas compartir los recursos que ya tienen como habitaciones o autos sin necesidad de adquirir nuevos bienes.

Y desde luego, acá también intervienen las tecnologías 4.0 que, en opinión de Ariza, simplifican y facilitan procesos en pos de una economía más verde, entre ellos la trazabilidad de los datos, el teletrabajo y el mantenimiento remoto. No obstante, hay quienes sostienen que estas herramientas no dejan de ser contaminantes, y consultada por estas controversias, la diseñadora responde: “Mi mirada es que la industria 4.0 en sí misma no hace a la economía circular. Falta trabajar mucho el tema de energía, hasta cuando hablamos de las renovables. Por ejemplo, ¿el panel solar se repara, está pensado como un producto circular o no? Otro caso, el de la impresión 3D. ¿Qué pasa con todo lo que corto y saco, lo puedo reingresar al sistema? Lo mismo si pensamos dónde tengo la base de datos y cuánta energía consumo para procesar la inteligencia artificial”.
La especialista reconoce que hay un desafío en cuanto a la sustentabilidad de estas tecnologías, y señala que otra dificultad es pensarlas aisladamente, por caso hablando de los softwares de Planificación de Recursos Empresariales (ERP, por sus siglas en inglés). “En general se incorpora tecnología sin tener en cuenta lo de la economía circular. Yo puedo tener un ERP desde el punto de vista contable pero no desde lo que es el flujo de los materiales. Es común que los perfiles que trabajan esto lo piensen por separado. Hay que hacer industria 4.0 tomando en cuenta la circularidad y la trazabilidad porque es lo que después me van a requerir la parte productiva y los procesos de calidad”, destaca, añadiendo que hay que concebir la innovación, la industria 4.0 y la economía circular como partes de un todo.

Capacidades locales y oportunidades para las PyMES
Respecto al potencial con el que contamos, Ariza afirma que es mucho. “Tenemos fortalezas de diseño de productos y de servicios, y en todo lo relacionado con la digitalización. La Argentina tiene formación, gente, capacidades que de hecho se venden afuera”.
Algo de este dinamismo se puede ver en la industria agropecuaria, como sucede con las ensachetadoras-pasteurizadoras de leche a baja escala, un proyecto del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y la carrera de Diseño Industrial de la UBA con el que ella está colaborando.
“La cadena láctea recorre largas distancias desde el productor hasta donde se pasteuriza y va al consumidor, sumando en muchos casos más de 700 kilómetros. Partiendo de este problema, el INTA y los estudiantes de la carrera diseñaron estos equipos para un circuito corto de producción y consumo que además diera trabajo local. Mi contribución tiene que ver con el escalado y la parte digital para la trazabilidad. El objetivo es armar un modelo de negocios orientado a las franquicias sociales y que sea una tecnología transferible”, especifica.
Como consultora, Raquel conoce de primera mano los inconvenientes que se les presentan a las pequeñas y medianas empresas al momento de querer innovar con estos esquemas. “Lo que pasa con las PyMES en nuestro país es que su principal reto es mantenerse en el mercado. Entonces la primera barrera es financiera. Y muchas veces tienen una manera fragmentaria de resolver los problemas. Surge algo y lo van solucionando, pero no se ven las causas y efectos y la mirada sistémica se pierde”, evalúa.
En ese sentido, comenta que una manera de vencer esta inercia es hacer un diagnóstico completo desde el negocio hasta los procesos productivos, y en función de eso pensar acciones hacia adentro y hacia afuera de la empresa.

Según ella, también hay que entender que en la economía circular hay una dimensión tangible y otra intangible. “Estos son procesos que tienen más que ver con la gestión del conocimiento, que necesitan de otra cabeza y que toda la organización esté alineada. El cambio cultural tiene que estar antes, recién después se decide si aplicar una tecnología o la otra”.
Para Ariza, ahí hay una gran ventaja que tienen las PyMES: la cercanía que suele haber entre sus directivos y trabajadores. “Se trabaja con personas y los consumidores son personas, y lo que uno puede ver en estas empresas es que el factor humano está siempre en el centro”.
Hoy ya se pueden ver en Argentina algunas PyMES de triple impacto, también conocidas como Empresas B o Bcorps, que tienen a la economía circular como uno de sus ejes. Tarde o temprano, dice Ariza, las pequeñas y medianas empresas tendrán que tomar ese rumbo. “Hay un límite que es el planeta pero en buena medida se trata de lograr una mayor eficiencia y volverse más competitivos y rentables. Los consumidores comienzan a ponerse exigentes con estos temas y si uno es parte de una cadena de valor más grande como proveedor de una empresa con estos compromisos, también van a exigir datos de huella de carbono y de agua. En el largo plazo, lo que la economía circular te resuelve es un mejor producto y una mejor relación con tus clientes”, completa.

Comments